Manju Das sobrevive con menos de 1.7 euros al día. En la India, eso no es ninguna novedad: hay 250 millones de personas debajo del umbral de la extrema pobreza. Lo extraordinario en su vida es que hubo un tiempo en que fue millonaria.
Entre 2003 y 2009, centenares de miles de euros fueron depositados a su nombre en cuentas bancarias de las Bermudas y las Islas Marshall. Durante ese periodo, probablemente fue la ama de casa más rica del mundo. Pero ella nunca llegó a saberlo.
Intrigado por la historia de una humilde ama de casa india cuyo nombre se había mezclado en los juzgados con los de poderosos ejecutivos de bancos y gigantes tecnológicos, el director de cine y periodista Nilita Vachani fue a su búsqueda hasta un pequeño pueblo de Bengala Occidental. Y ahora ha explicado su historia a la revista Nation.
Un extraño sueño americano
Todo empezó en 1998, cuando un familiar le presentó a Anil Kumar y su mujer, Malvika.
El matrimonio estaba buscando una ama de casa que les acompañara a los Estados Unidos. Das estuvo a prueba seis meses en Delhi. Su trabajo gustó a los Kumar, quienes le consiguieron un visado como empleada del hogar y se la llevaron con ellos a California.
Sobre el papel, eso le iba a cambiar la vida.
Hasta entonces había sobrevivido limpiando casas en Nueva Delhi ganado menos de cuarenta euros al mes. En teoría, el visado B1 americano le iba a garantizar los derechos que se le habían negado en la India. Los Kumar estaban obligados a hacerle un contrato, a pagarle un salario mínimo, a proporcionarle alojamiento gratuito y un billete de ida y vuelta a su país al año.
Cuando Manju Das se marchó a Estados Unidos a trabajar para una família acaudalada, pensó que le iba a cambiar la vida. Y, en cierto modo, así fue.
Cuando Das llegó a California, se encontró viviendo en una enorme casa de Saratoga, uno de los barrios más caros del estado. Pero los Kumar nunca le hicieron un contrato, ni le dieron cobertura sanitaria. El salario que le pagaban (172 euros al mes), estaba muy lejos del sueldo mínimo.
Al principio, Das no se quejó. No era consciente de que le pagaran menos de lo que le correspondía hasta una conocida se lo hizo saber. Al reclamar un aumento de suelto a Kumar, este le contestó que el salario mínimo no se le aplicaba debido a que vivía con ellos y le daban de comer. Aún así, la familia decidió aumentarle el sueldo un poco cada año.
Das acabó ganando cerca de 700 euros al mes por trabajar más de 80 horas a la semana. “Trabajaba todo el tiempo. Limpiaba la casa. Cocinaba comida india. Limpiaba su ropa. Limpiaba su ropa a mano porque sino los tejidos finos se hubieran estropeado”, explica Das a Vachani.
Los Kumar nunca llegaron a pagarle el salario mínimo que le correspondía
Todo el dinero que Das ganaba lo guardaba para su hijo. Estaba decidida a reunirse con él en un futuro, y quería que pudiera tener una casa y abrir un negocio. Además, tampoco tenía ni tiempo ni a nadie con quien gastarlo en Saratoga.
A principios de Noviembre de 2009, sin embargo, la familia Kumar la mandó de vuelta a la India. Cuando llegó al aeropuerto de Nueva Delhi, un hombre le requisó el pasaporte y el resto de papeles que llevaba con ella.
Nunca supo por qué.
La ama de casa que no sabía que era millonaria
Unas semanas antes de que los Kumar le pidieran a Das que hiciera las maletas, Anil Kumar había sido detenido. Estaba acusado de ser uno de los informantes de Raj Rajaratnam, fundador del fondo de inversión Galleon Group y uno de los 400 hombres más ricos de los Estados Unidos.
En ese momento, Rajaratnam estaba en el centro de uno de los mayores escándalos de tráfico de influencias que ha salpicado nunca Wall Street. Se le acusaba de haber amasado cerca de 60 millones de euros gracias a información obtenida de una variedad de fuentes en bancos de inversión, consultoras y firmas tecnológicas.
Kumar, que era amigo de Rajaratnam desde la universidad, había sido uno de sus informantes durante seis años. A cambio de millones de dólares, le hizo llegar información confidencial de clientes de la consultoría McKinsey, donde era el director y uno de los socios.
Anil Kumar fue acusado formar formar parte de una red de tráfico de influencias
Para evitar que el dinero que recibía de Rajaratnam levantara sospechas, Kumar lo canalizaba a través de una compleja red de transferencias que terminaba en las cuentas que Galleon tenía en paraísos fiscales. El nombre que figuraba en esas cuentas era el de Manju Das.
Con tal de evadir impuestos, Kumar le había robado la identidad a su ama de casa y la había convertido en un inversor extranjero establecido en India. Durante seis años, centenares de millones de dólares fueron transferidos a su nombre. Al mismo tiempo, Kumar le negaba el sueldo mínimo por su trabajo. Probablemente, fue la millonaria más pobre del mundo.
Para controlar las cuentas a nombre de Das, Kumar se aprovechó de su analfabetismo. Cuando llegó a California, los Kumar le habían enseñado a escribir su nombre en inglés. “Decían que todo el mundo debe saber como firmar, que era importante. Cuando me decían que debía firmar, yo firmaba”, explica Das a Vachani.
Kumar se aprovechó del analfabetismo de Das para operar cuentas a su nombre
Uno de los documentos que había firmado —o que Kumar había firmado en su nombre— era una carta que autorizaba a Kumar a operar sus cuentas en su nombre. Cuando Vachani le preguntó si había firmado esa carta, se encogió de hombros.
“Antes de que mandaran de vuelta, me hicieron firmar muchos formularios. Me llevó horas”, dice.
Una cadera lesionada, una alma compasiva
Cuando Vachani encontró a Das, no sabía nada del delito que había cometido su anterior jefe ni del juicio en el que había aparecido su nombre.
Hoy pasa los días en la humilde Dhaba que regenta su sobrino en Bengala. Según la descripción de Vachani, “ el lugar ocupa la planta baja de una estructura sin terminar. Arriba, las vigas de hormigón se muestran desnudas, sin paredes ni yeso, sosteniendo un techo inacabado”.
Ello se debe, en parte, a que Kumar todavía le debe más de 16.000 euros en concepto de finiquito. “Cuando me mandó de vuelta me dije, 'vuelve a casa y construye tu hogar, Manju. Te voy a mandar el salario de dos años como compensación'. Así que volví y empecé a construir... pero nunca me mandó el dinero”, dice Das.
Hoy sobrevive en la pobreza extrema, Anil Kumar es un hombre libre
Lo único que le queda en el banco son los 20 euros obligatorios para mantener la cuenta abierta. Ya no puede trabajar en el puesto de comida de su sobrino debido a una lesión de cadera que le impide estar de pie durante largos periodos de tiempo. Se la hizo al tropezar cuando corría para calentar un Muffin para el hijo de los Kumar un día que llegaba tarde a la escuela.
Sobrevive gracias a las dos comidas que le trae su sobrino a diario y al dinero que gana su hijo trabajando como taxista.
Anil Kumar, en cambio, es un hombre libre desde julio de 2012. A cambio de su cooperación en el juicio contra Rajaratnam, esquivó la cárcel: solo tuvo que pasar dos años en libertad condicional y pagar una multa de 23.000 euros. Hoy, puede viajar dónde quiera y hacer negocios alrededor del mundo.
Y, a pesar de todo, Das no guarda rencor a la familia más allá de estar decepcionada por no haber recibido el dinero que le prometieron.
Desde su primer encuentro, Vachani la ha ido a visitar en diversas ocasiones. Una de las primeras veces, Das solo le pidió una cosa: una foto de la casa en la que vivió en Saratoga. Un sitio al que ella se refiere como “el lugar más bonito del mundo”.
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