ERASMO era hijo ilegítimo de un cura, lo que
en esos días no tenía nada de particular.
Cuando murió su padre, lo único que heredó
Erasmo fue la sotana, y, para aprovecharla, también se hizo cura. Una vez
adquirido el nuevo estado, y después de convivir un tiempo con otros clérigos,
comprendió que había actuado precipitadamente, pero, ¡qué diablos!, ya estaba
metido en el asunto y no podía echar pie atrás. Lo único que podía hacer a esa
altura era ejercer su derecho a pataleo. Tomó, pues, la pluma y escribió un
libro titulado “El elogio de la locura”, en el que dejó al clero como chaleco
de mono.
Dice Erasmo en su libro que “los sacerdotes
tienen de común con los laicos que sobre la cosecha de dinero tienen los ojos
abiertos y no perdonan a nadie lo que les deben”, y agrega que sus colegas
“suelen olvidar sus votos de pobreza y viven espléndidamente”.
Es difícil comprender a Erasmo, pues el
ambiente en que él vivió es muy diferente del nuestro, sobre todo en lo que se
refiere al clero. En otros aspectos, en cambio, la época de Erasmo es similar a
la actual. Nuestro mundo está dividido entre proyanquis y prorrusos, y el mundo
de Erasmo estaba dividido entre los partidarios del Papa y los de Lutero.
La lucha entre beatos y canutos era fiera.
Unos a otros se cortaban la lengua, las manos, la cabeza; se ahorcaban, se
quemaban vivos, se hervían en aceite, se obligaban a ir al dentista y se
provocaban mil torturas y suplicios crueles. Eso de “amar a los enemigos”
estaba muy lejos del espíritu de los cristianos.
Erasmo amaba la paz, amaba a sus semejantes y
amaba su propio pellejo, así es que durante todo el tiempo que pudo se abstuvo
de definir su posición, y tuvo una actitud conciliadora, destacando lo bueno de cada bando, y criticando lo malo.
Primero destacó lo bueno del protestantismo
“En el corazón de Lutero —dijo— brillan chispas de la verdadera doctrina
evangélica, pero los teólogos, que no lo comprenden, que a menudo no lo han
leído, lo denuncian al pueblo con las palabras herejía, heresiarca, cisma y
anticristo”.
Cuando escribió esto, hubo comentarios de
Lutero y de los teólogos. Lutero dij—¿Cuál es el rincón de la Tierra en que el
nombre de Erasmo sea desconocido? ¿Quién no saluda en él a su maestro?
Y los teólogos dijeron:
—Erasmo es un asno, un estúpido, un zopenco,
un bodoque y una bestia.
Algunos años más tarde, Erasmo publicó un
libro en que señaló algunos puntos en que discrepaba de Lutero, y otros en los
que no estaba de acuerdo con los católicos, e hizo la siguiente proposición:
“Representantes de católicos y, de
protestantes debieran reunirse en un concilio ecuménico, no haciendo caso más que de los libros santos, sin
preocuparse de lo que los hombres, en los siglos siguientes, les han agregado.
Parece imposible que con buena voluntad no lograran entenderse”.
¿Cómo reaccionaron unos y otros?
Lutero dijo:
—Erasmo de Rótterdam es el malvado más grande
que ha existido jamás sobre la tierra.
Y los teólogos dijeron:
—Erasmo es un asno, un estúpido, un zopenco, un bodoque y una
bestia.
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