No
es posible pedirle a una disciplina más de lo que ella puede dar.
Esto
exige que una lectura interpretativa de los fenómenos humanos desde el punto de
vista psicológico comporta una indispensable clarificación de corte
epistemológico, que evidencie el ámbito de la investigación y subraye con
extremo realismo los limites y al mismo
tiempo, subraye el carácter interdisciplinar con la imprescindible exigencia de
comparación a ella ligada.
Cada
ciencia busca su verdad siguiendo la propia óptica y a través de las propias
categorías hermenéutica, en la conciencia de que el objeto de la investigación
científica es algo construido por la mente y no un dato con realidad propia, al
cual el sujeto deba adecuarse pasivamente.
No
existe el objeto científico sin teoría interpretativa y explicativa. Y sin un
cuadro de referencia teórico, el cual ofrezca una precisión de las perspectivas
en las cuales se debe mover el investigador a la hora de analizar el objeto en
cuestión; no es posible hablar de observación científica. En el momento en el que defino (circunscrito
en el universo de la fenomenología ) un objeto de observación, lo lleno de
aspiraciones, de conjeturas y de teorías.
Cada
ciencia busca la verdad según su propio punto de vista, según los propios
criterios de interpretación y los propios instrumentos metodológicos, ninguna
ciencia puede pretender de acaparar la total complejidad de un fenómeno y por
lo tanto la verdad. Esto hace incorrecto el querer valorar los resultados de
una ciencia con los métodos y criterios de verdad de otra.
El
requisito necesario para una corrección epistemológica es la humildad
ontológica que partiendo de la afirmación de que la verdad no se agota
en una sola ciencia, presta atención a la posible confusión y ambigüedad y mira
con ojos de predilección las posibles integraciones y las recíprocas llamadas.
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