27 feb 2015
DEL REALISMO A LA RESIGNACIÓN.
La mayoría quizá lo conoció cuando dio el salto a la política española en 2009 como Ministro de Educación. Pero eso no fue más que resultado del compromiso vital de Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) con la pasión por enseñar y aprender, que venía desarrollando en el ámbito universitario desde que se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid en 1980. Desde entonces, su trayectoria ha estado ligada a ese centro, del que fue rector y donde es catedrático de Metafísica. Es un sitio privilegiado desde donde cuidar y atender una de las obsesiones de este filósofo: el respeto por la palabra, el mimo del lenguaje. Ese cuidado, esa casi “devoción””se hace expresa en sus textos más literarios y salta al título de varios de sus libros como Menos que palabras o Palabras a mano; pero la misma preocupación se evidencia en otros como en Alguien con quien hablar o Trazos del eros: del leer, hablar y escribir. En Por si acaso la palabra es protagonista. Está en muchas de sus citas: “Me gusta esa palabra que no acabas de decirme; las palabras secas hieren la boca...“. Preguntando por ella, por la Palabra, iniciamos la entrevista. De su mano, avanzamos por caminos que nos llevan a la política, a la filosofía…
Hay mucho respeto, algo de veneración por la palabra llena de significado, por la Palabra. ¿Cree que los nuevos modos de comunicación desvirtúan ese tipo de palabra o, a su manera, también la celebran?
La palabra hace. La palabra ama, la palabra mata. Es lo que nos distingue, por su capacidad de mostrar lo conveniente y lo inconveniente, lo justo y lo injusto (Aristóteles). El descuido de la palabra es el descuido de uno mismo y de los demás. Ahora bien, hay formas diversas, variadas e innovadoras de decir bien, de decirse. Y también de no hacerlo. Se trata de cuidarla y de propiciar la comunicación, que no es el mero trasiego de noticias o de informaciones. Hay que tenerlo en cuenta pero no descalificar los diferentes formatos.
Filosofía
“Los seres insustituibles se cuentan con los dedos de todas las manos”. ¿Quiénes son los insustituibles en la historia de la filosofía?
Todos y cada uno y todas y cada una de los seres humanos somos únicos, irremplazables e insustituibles. En otro orden de cosas, Aristóteles y Platón, Descartes y Hegel, y Nietzsche me interesan muy especialmente, pero eso no supone que los demás no sean imprescindibles.
“En el orden y colocación de mi estantería veo la agitación y bullicio de quienes escribieron esos libros”. ¿Quién ocupa un lugar de preferencia en esos estantes?
No hay lugares de preferencia, pero los clásicos son siempre vigentes y lucen con intensidad: Aristóteles, Platón, Marco Aurelio, Ovidio, Cicerón… siempre hacen guiños desde su ubicación.
“Los buenos libros no dejan de estar inacabados”. ¿En cuáles pensaba?
Pensaba en la acción de leer, que reescribe y prosigue el texto. El buen libro hace pensar y decir. Y no cesa de hacerlo.
“Hay sesudas reflexiones que adolecen de pensamiento”. ¿Quién cree que está sobrevalorado en la historia de la Filosofía”
Están sobrevaloradas las escuelas o doctrinas que se erigen en las adecuadas y verdaderas, tratando de acallar a las demás o desconsiderándolas, como si su hegemonía fuera su garantía. También hay luchas de poder entre los saberes. Y en la Filosofía están, en general, silenciados la voz y el pensamiento de la mujer.
“Cuidémonos de quienes se definen como realistas”. ¿Se autodefiniría como idealista?
No. Ni siquiera me autodefiniría. Me sorprende que algunos denominen realismo a la resignación y a la claudicación. Y combatan los sueños, los deseos, las ilusiones y las concepciones que no se limiten a constatar lo que ya existe. Encuentran inquietantes las ideas que no sean inmediatamente rentables. Su ambición es muy triste.
Actualidad
“Ser bueno parece dar más vergüenza que no serlo”, “Quienes se apropian de lo ajeno no consideran que no sea cosa suya”. ¿La corrupción es la nueva plaga? ¿Es imposible luchar contra ella?
Es posible y necesario combatirla. Kant señala que “la honradez es la mejor política”. Y es vital para la salud personal y social. Lo dramático es la naturalidad con la que encontramos ciertas actuaciones, si son nuestras, y lo exigentes que somos, insisto que con razón, con los demás. Es como si creyéramos que ser honestos o buena gente es de ingenuos. Espero que no.
“Las crisis podrían valer para saber de qué va la vida”. ¿De qué va esta crisis? ¿Cómo cree que se recordará dentro de cien años?
Las crisis suponen un determinado juicio y lo exigen. Hemos de hacer de ellas ocasión. Nos ayudan a comprobar hasta qué punto vivimos en cierto olvido, en la ensoñación de nuestras posibilidades. Espero que reequilibren nuestra escala de valores. Pero producen víctimas y afectados. No todos salen igual de ellas. Y algunos no lo hacen. No las celebro.
“El descontento permanente no nos exime de distinguir”, “Cuando coinciden el fervor con el furor más vale ponerse a buen recaudo”. “Puestos a cambiarlo todo, conviene incluirse”. ¿Cree que Podemos es la solución de algo o un problema más?
Podemos es también Veremos. Aportan una dimensión crítica imprescindible, un análisis decidido y concitan voluntades. Lo demás está por ver. Pero no me parece en absoluto adecuado descalificarlos. Ahora bien, también hemos de ser exigentes. Creo que no perderían contundencia si fueran formalmente, lo que no es un formalismo, más amables. Ahora bien, cada cual tiene o elige su estilo.
Universidad, enseñanza
“El esfuerzo y la exigencia son muy recomendables. Por eso hay tanta tendencia a reclamarlos de los demás”. ¿Cómo es el nivel de los alumnos? ¿Cómo les pueden estar afectando los cambios en los planes universitarios?
El nivel no es homogéneo, pero no tengo nostalgia de otras épocas. Eso sí, deberíamos evaluar su implantación, que ha sido desigual. Y no ceder al burocratismo. Y más pedagogía y menos pedagogismo. La disminución de recursos para determinados programas ha afectado a las posibilidades y a la igualdad de oportunidades. Y me inquieta que alguien con capacidad no pueda estudiar por carecer de medios. Si eso ocurre, la excelencia queda en mal lugar. Y hemos de cuidar no malentender la aplicabilidad ni rendirnos a un concepto utilitarista de lo práctico. La dimensión social es decisiva. Pero hay muchas universidades y muchos universitarios haciendo muy bien las cosas.
“Domar, domesticar, amaestrar no son variantes de enseñar. Y menos de educar” . ¿Qué variantes comporta educar?
Es procurar espacios de dignidad y de libertad para ser autónomo y capaz de gobernarse. Se trata de formarse integralmente. Y eso exige conocimiento, competencias y valores. Y dejarse ayudar.
“Con frecuencia no aprender lleva toda una vida” . ¿Qué cosas lleva usted no-aprendiendo toda la vida?
Hay cosas que no acabamos de aprender. Vivimos como si no fuéramos mortales. Y no parecemos comprender que querer y ser querido es decisivo, que los afectos inciden en los conceptos. No aprendemos lo que es hacer compatible la soledad con los otros, la singularidad con la comunidad. Nos cuesta enterarnos. O lo tememos.
“Cada vez deberían importarnos más, menos cosas”. ¿Qué le importa a usted?
Igual parece grandilocuente decir que la justicia. En todo caso, recuerdo que una mujer gitana, con la que he coincidido varias veces mientras paseo, me dijo un día: “En teniendo salud y libertad...”. Y, claro, me hizo pensar. Y es eso. No solo en uno mismo. Ni exclusivamente para sí mismo. Pero es eso.
Política
“La memoria es el mejor escritor del tiempo”, “Es difícil hablar en público sin desnudarse. Y haciéndolo”, “No estoy seguro de haber sobrevivido”. ¿Cómo valora su paso por la política? ¿Repetiría?
Siempre he entendido mi labor, desde luego también en tanto que profesor, como una acción y un compromiso personales, públicos, sociales y políticos. Me siento en este sentido muy agraciado y agradecido. Y muy mejorable. En qué lugares proseguir no está escrito y, desde luego, lo haría también en ese sentido con gusto y a mi estilo. En absoluto estoy desencantado o resentido.
“Lo que no sucede nos hace sufrir en algunas ocasiones tanto o más que lo que ocurre. A veces pesa mucho lo que no nos pasó”. “La más dura nostalgia es la de lo no sucedido”. ¿Qué le gustaría haber hecho en política y no pasó o no le dejaron que pasara?
Me gustan los acuerdos. Procurarlos y trabajar para lograrlos, sin perder las convicciones. Son decisivos en política y en la vida. Considero que es necesario un pacto social y político por la educación, que garantice estabilidad de objetivos, estabilidad legislativa y normativa, estabilidad presupuestaria y de financiación, y estabilidad de equipos. La educación es una cuestión de Estado. Pero no tengo quejas. Se avanzó muchísimo. Y han de proseguirse las tareas para conseguirlo. ■ Pilar Gómez Rodrígue
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/cronica/2015/04/26/553b6aca22601d2f658b4579.html
Algo mas sobre Ángel Gabilondo (1949). Gran personaje.
Buen aporte.