1 ago 2016
Jean-Paul Sartre: "En efecto, cualesquiera que fueren los resultados que puedan obtenerse en la soledad por la 'práctica' religiosa de la vergüenza, la vergüenza, en su estructura primera, es vergüenza 'ante alguien'. Acabo de hacer un gesto desmañado o vulgar: este gesto se me pega, y no lo juzgo ni lo censuro, simplemente lo vivo, lo realizo en el modo del para-sí. Pero he aquí que de pronto levanto la cabeza: alguien estaba allí y me ha visto. Me doy cuenta de pronto de la total vulgaridad de mi gesto, y tengo vergüenza. Por cierto, mi vergüenza no es reflexiva, pues la presencia del prójimo a mi conciencia, así sea a la manera de un catalizador, es incompatible con la actitud reflexiva: en el campo de mi reflexión no puedo encontrar jamás sino la conciencia que es mía. Y el prójimo es el mediador indispensable entre yo y yo mismo: tengo vergüenza de mí 'tal como me aparezco' al prójimo. Y, por la aparición misma de un prójimo, estoy en condiciones de formular un juicio sobre mí mismo como lo haría sobre un objeto, pues al prójimo me aparezco como objeto" («El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica»; Barcelona: Altaya, 1993 [1943], páginas 250-251).
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