Michael Oakeshott: "Es útil contar con una palabra que represente todo lo que creó un grupo asociado de seres humanos para sí mismo más allá de la evanescente satisfacción de sus carencias, pero no debemos confundirnos. Una cultura no es una doctrina ni un conjunto de enseñanzas o de conclusiones sistemáticas acerca de la vida humana. No es algo que podamos poner delante de nosotros como el sujeto de aprendizaje, así como tampoco podemos poner la autocomprensión delante de nosotros como algo que debemos aprender; es lo que aprendemos en todo lo que podemos aprender. Una cultura, en especial una como la nuestra, es una continuidad de sentimientos, percepciones, ideas, compromisos y actitudes, entre otros, que tiran en distintas direcciones, que con frecuencia se critican entre sí y que no se relacionan de manera contingente para componer una doctrina, sino para componer lo que llamaré un encuentro conversacional" («La voz del aprendizaje liberal»; Buenos Aires: Katz, 2009 [1989], páginas 49-50).
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