En Paraguay es una práctica socialmente aceptada, pero desde hace un tiempo empezaron a surgir cuestionamientos más duros cuando trascendió en enero de este año que una joven que vivía como “criadita” (manera coloquial de denominar a quienes viven bajo esta condición) fue asesinada a manos del dueño de la casa donde trabajaba.
A partir de este asesinato aumentaron las denuncias acerca de esta práctica, a pesar de que sigue totalmente arraigada en la sociedad paraguaya, tal cual confirmó la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia (SNNA).
Pero lo que reavivó la polémica fue el reciente testimonio Tina Alveranga a BBC Mundo, quien con 10 años fue envida por sus padres a 800 kilómetros de distancia a vivir con una familia pudiente en Asunción, la capital.
“Cuando llegamos a la casa nos abren la puerta principal, pero, al ver quiénes éramos, la señora dijo que teníamos que entrar por una puerta lateral, por una entrada de servicio. Eso me impactó porque yo quería entrar por ese zaguán tan bonito que había visto”, expresó Tina.
“A partir de entonces supe lo que significaba no pertenecer a un lugar, a una clase social, a un barrio, no pertenecer a nada”, señaló.
Tina, devenida hoy en “excriadita” y activista social, indicó no haber sido víctima de violencia sexual, pero recuerda que escuchaba de forma frecuente relatos de otras empleadas domésticas que también sufrían abusos.
“Entonces, yo redoblaba los esfuerzos para tener las puertas bien cerradas y pegadas a algún baúl, por si acaso. Aunque nunca pasé esa situación ni tuve ningún indicio de mi patrón, siempre me quedó eso de no dormir bien, de estar alerta”, manifestó.
Tina ya es adulta y está agradecida por no haber caído en las redes de la prostitución.
“Fue una suerte que nunca caí en redes de trata [de personas], que nunca nadie haya abusado de mí, porque nunca tuvieron ese cuidado de mí ni me advirtieron de los peligros”, agregó.
Además, es un caso de alguien que recibió relativos buenos tratos y gracias a sus patrones se inició en el hábito de la lectura. Posteriormente pudo desarrollar una carrera docente y hasta política. Actualmente trabaja como consultora de la ONU, pero no deja de expresar la necesidad de que los niños permanezcan junto a sus familias, indica BBC Mundo.
“Yo pasé mucha discriminación, aislamiento, desarraigo, que te marcan la existencia”, comenta. “Te hacen creer que eres parte de la familia, pero se nota mucho el contraste entre el trato a la criadita y a los hijos de verdad“, afirmó.
Culturalmente aceptado
Según define la propia Unicef, el “criadazgo” es una práctica cultural aún en uso en Paraguay, donde niños y niñas provenientes de familias rurales pobres pasan a residir en casas de terceros para prestar servicios domésticos a cambio de vivienda y comida. Por lo general, los niños que viven bajo esta condición no asisten a la escuela y están expuestos a abusos.
En Paraguay existen más de 46.000 niños y adolescentes que son víctimas de esta práctica, indican las cifras oficiales.
La propia SNNA indicó que los casos denunciados en los últimos tres años fueron a través servicio telefónico Fono Ayuda y que más del 80% de las víctimas de esta práctica eran niñas y mujeres adolescentes, mayoritariamente entre 9 y 17 años.
Incluso se podría considerar que esta práctica es una antesala a laexplotación sexual, tal cual entiende el titular del SNNA, Carlos Zárate. O como indica la propia Unicef, que llama a erradicar esta práctica por considerarla una forma de esclavitud.
En cuanto a la legislación, si bien hubo avances, en políticas para erradicar el “criadazgo” y hay acuerdos internacionales vinculados al trabajo infantil. Actualmente está estudio de una comisión para tratar las diferentes normas vinculadas a la materia.
Sin embargo, la tarea no será sencilla, pues al ser una práctica aceptada -tiene muchos años y sus orígenes están vinculados a las guerras que vivió el país (1864 y 1932) en momentos donde la figura paterna prácticamente estaba desparecida- hay quienes se oponen a que se prohíba de forma absoluta por creer que el “criadazgo” es la mejor manera de hacerle bien al niño.
El Papa también se conmovió
Durante la visita del Papa Francisco a Paraguay en julio de 2015, el “excriadito” Manuel Aguilar tuvo la oportunidad de contar su testimonio en público. Siendo muy joven fue entregado a una familia también de Asunción, donde recibió maltratos y explotación, algo que lo llevó a vivir muy malos momentos, publica ABC de Paraguay. Pero luego afirmó que pudo salir adelante y que le sobran las ganas de vivir.
“Volví al campo. Al volver al campo, trabajé mucho tiempo en la chacra, con eso ayudé a mi madre porque estaba solo con mi mamá. No pasó mucho tiempo para que mi mamá fallezca y me quedé solo. Conocí el camino a Dios y comencé a salir adelante”, expresó Manuel.
“No es fácil hablar de un futuro siendo un joven campesino. Hoy me sobran ganas de servir a otro. Tengo ganas de superarme. Su santidad, estamos luchando por vivir nuestra fe, necesitamos itinerarios más sólidos, formación en la fe cristiana. Vivimos con un futuro incierto, muchos estamos sin trabajo por razones ajenas a nosotros. ¿Qué podemos hacer?”, preguntó.
El de Manuel fue un testimonio que conmovió al Papa. Luego de escucharlo le dio un fuerte abrazo. Sin embargo, al mismo tiempo expresa esperanza y un claro mensaje para todos los niños y adolescentes que atraviesan esta situación dolorosa de que a pesar de todo a un futuro posible.
El cambio cultural no es fácil, pero es alentador que la práctica sea cada vez más cuestionada debido a que de alguna manera también genera vergüenza.
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