Alain: "Hay prejuicios muy fuertes en relación a la vida interior. Muchos hombres cultos creen, por una filosofía mal dirigida, que la vida interior hecha de pensamientos, recuerdos y sentimientos se desarrolla sin ejercicio de los sentidos. Querrían cerrar los ojos y taparse los oídos, como quiere Descartes, para saber qué piensan y percibir mejor lo que sienten. Pero se requiere un juicio poderoso para mantener este estado, y esto únicamente por breves momentos y cuando están silenciosas las pasiones. Por el contrario, si nos dejamos vivir, sin percibir nada, los pensamientos y los sentimientos se escaparán junto con los objetos. La imaginación, como se ha dicho, no va lejos en cuanto dejamos de percibir las cosas. Y nuestros pensamientos sólo se sostienen gracias a la percepción efectiva del orden exterior. Al salir de aquí nos vemos reducidos a las palabras; el pensamiento es común y pobre. En cuanto al sentimiento sin pensamiento, se reduce al conocimiento confuso del estado del cuerpo: esta clase de fantaseo fabrica hipocondríacos. En una palabra, sólo hay sentimiento a través del pensamiento y pensamos los objetos. La vida interior, que sería más justamente llamada el pensamiento individual, supone por lo tanto un punto de vista sobre el mundo y ventanas abiertas" («Sistema de las bellas artes»; Buenos Aires: Siglo Veinte, 1967 [1920], páginas 246-247).
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