Fernando Araújo Vélez y Alejandro Araújo Larrahondo
Nos acostumbramos a que nos impusieran una sola forma de vida: estudios, matrimonio, trabajo, familia, dinero, éxito, y nos matriculamos en una especie de viaje sin retorno cuyo destino era tener, acumular, ganar, aparentar. En ese recorrido, nos bombardearon con periódicos que defendían sólo una postura, la de la eterna oligarquía, y con una televisión, sólo una pese a sus múltiples canales, que arrojaba chismes, insulsos realities, engolosinados amores, noticias amañadas y la promesa de que la felicidad podría comprarse. Nos acostumbramos a tener en vez de ser, “amigo cuánto tienes cuánto vales”, como cantaba Jorge Villamil.
Nos acostumbraron a vivir según antiguos preceptos y no nos dimos cuenta. Luego, ya inmersos en esa vorágine de reglas impuestas, de dogmas, absolutos, mentiras y ajenas conveniencias, lo permitimos. Fue más fácil acostumbrarnos que rebelarnos, y preferimos la imposición, seguir las viejas tradiciones, las herencias, a decidir sobre nosotros mismos. Creímos que si obedecíamos tendríamos una recompensa, y preferimos que nos dictaran el bien y el mal, en lugar de debatir ese bien y ese mal y concluir que no hay Bien ni Mal en mayúsculas. Era más complejo, más difícil desgarrarnos y descubrir nuestro propio camino. No tuvimos la valentía de enfrentar ese dolor.
Nos acostumbramos a la indolencia, a no concebir la vida como sagrada, a pasar de largo si veíamos un cuerpo echado en el pasto, a pisotear, a hundir, a hacer de la competencia un culto, a callar ante las imbecilidades de algunos para no caer en el conflicto y a considerar que el conflicto era una invitación a sacar las pistolas. Nos acostumbraron a pensar sólo si ese pensamiento era redituable, a estigmatizar a los místicos como locos, a los trascendentales como mamertos, a los religiosos como fanáticos, a los estudiosos como aburridos y a los rebeldes como resentidos para eliminar la posibilidad de que tuvieran algo de razón. Y lo permitimos y lo multiplicamos.
En este texto pude observar que es la realidad de nuestra vida,crecemos con ciertas costumbres, convirtiéndose en una rutina que debemos seguir y cumplir.
ResponderEliminarLo importante en la vida no es "ser algo" sino "SER ALGUIEN", ser sujeto de la propia existencia, cargar con las propias responsabilidades, ser uno mismo, ser activo ante la realidad, ser persona.
Por ese motivo bastantes personas ennla vida son o tienen muchas cosas, pero viven una existencia vacía y sin sentido.
En este texto pude observar que es la realidad de nuestra vida,crecemos con ciertas costumbres, convirtiéndose en una rutina que debemos seguir y cumplir.
ResponderEliminarLo importante en la vida no es "ser algo" sino "SER ALGUIEN", ser sujeto de la propia existencia, cargar con las propias responsabilidades, ser uno mismo, ser activo ante la realidad, ser persona.
Por ese motivo bastantes personas ennla vida son o tienen muchas cosas, pero viven una existencia vacía y sin sentido.
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ResponderEliminarpude extraer mediante la lectura de este texto, que somos manipulados, vivimos atrapados por reglas de la sociedad creyendo en una sola forma de vida, sabemos que debemos obedecer y Creemos que si obedecemos tendremos una recompensa, que ironico..
ResponderEliminarEs más difícil desgarrarnos que buscar el camino, nuestro propio y unico camino, Somos mas reglas que inteligencia.
pude extraer mediante la lectura de este texto, que somos manipulados, vivimos atrapados por reglas de la sociedad creyendo en una sola forma de vida, sabemos que debemos obedecer y Creemos que si obedecemos tendremos una recompensa, que ironico..
ResponderEliminarEs más difícil desgarrarnos que buscar el camino, nuestro propio y unico camino, Somos mas reglas que inteligencia.