El escritor y semiólogo italiano falleció a los 84 años. Como legado deja reconocidas obras, como “El nombre de la rosa” y “El péndulo de Foucalt”.
En Italia, sin duda, pegó más fuerte su deceso. Pero en Argentina, en España y en general en el mundo de la cultura, la muerte del escritor y semiólogo italiano Umberto Eco fue recibida como un duro golpe, que se lleva a uno de los escritores más reconocidos de los últimos años, especialmente por su libro “El nombre de la rosa”, llevado al cine por el director Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery.
Para el premier italiano, Matteo Renzi, la muerte de Eco (que tenía 84 años) “es una pérdida enorme para la cultura, que echará de menos su escritura y su voz, su pensamiento agudo y vivo”. El político destacó la “inteligencia única” de Eco, “un ejemplo extraordinario de intelectual europeo”. En España, el presidente en funciones, Mariano Rajoy, agregó que la obra del piamontés “permanecerá en nuestra memoria”.
En la misma línea opinó la vicepresidenta de Argentina, Gabriela Michetti, quien destacó “el gran legado literario” del pensador. “¿Quién no se cautivó con ‘El nombre de la rosa'? Que en paz descanse Umberto Eco”, escribió en la red social Twitter. El excanciller argentino, Jorge Taiana, destacó el compromiso de Eco “con la justicia social”. Además, resaltó su condición de “dueño de una enorme cultura y firme denunciante del poder de grandes medios”. Eco tenía una relación especial con ese país sudamericano: admiraba a Jorge Luis Borges y era amigo del semiólogo Eliseo Verón.
Apocalípticos e integrados
Eco, que integraba el Foro de Sabios de la Unesco y en 2000 fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación, publicó en 2015 su último libro, “Número cero”, en el que abordó los misterios que rodearon la muerte el dictador italiano Benito Mussolini. Nacido en Alejandría el 5 de enero de 1932, el semiólogo fue profesor invitado en universidades de Estados Unidos, Brasil y Argentina y gozaba de un reconocido prestigio a nivel internacional.
Durante su carrera criticó la manipulación en el periodismo y la corrupción y alcanzó la cima del éxito de ventas con “El nombre de la rosa”, un libro ambientado en el siglo XIV que narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que ocurren en una abadía. Sin embargo, con libros como “El péndulo de Foucalt” y “¿En qué creen los que no creen?” (coescrito con Carlo Maria Martini) también bebió del néctar del reconocimiento masivo, aunque no por ello contó con la venia unánime de la crítica.
Entre 1954 y 1958 trabajó en la RAI y después fue profesor en las universidades de Turín y Milán hasta 1965. Su trabajo en el campo de la semiótica es importante, destacando su obra más completa sobre la materia, “Tratado de semiótica general”, publicada en 1975. Antes aparecieron “La structura assente” (1968), “Forme del contenuto” y “Il segno” (1973). También es reconocido por su ensayo “Apocalípticos e integrados” (1964), donde habla de la cultura de masas y los medios de comunicación.
Su carrera como novelista, comenzada tardíamente en 1980 con “El nombre de la rosa”, no pudo despegar del todo en términos de ventas a pesar del éxito inicial. “La Isla del día de antes” (1994), “Baudolino” (2000), “La misteriosa llama de Reina Loana” (2004) y “El cementerio de Praga” (2010) cosecharon críticas dispares. Precisamente debido a su comienzo tardío en el mundo de la ficción, se consideraba un “novelista bastante joven y seguramente prometedor”. Eco falleció en Milán víctima de un cáncer.
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