26 feb 2016
LA HUMANIZACIÓN
La aparición del ser humano sobre la Tierra es el hecho más notable de la evolución biológica. Una vez conseguidos los caracteres que lo hicieron posible- proceso de hominización- se produjo una inflexión o cambio cualitativo de tendencia- proceso de humanización-. Es decir, con la aparición del ser humano se produjo la emancipación de lo biológico para dar paso a la evolución cultural. La especie humana deja de evolucionar en términos de individuo, para pasar a hacerlo en términos de sociedad.
El ser humano apareció sobre la Tierra en un tiempo relativamente reciente y, si lo comparamos con sus parientes homínidos, podremos constatar que las diferencias más significativas no se refieren a la anatomía, a la acumulación de mutaciones genéticas capaces de adaptar la especie a su hábitat geográfico, sino que se refieren a la conducta, a la transmisión de experiencias a través de las generaciones que le han permitido modificar el hábitat geográfico de acuerdo con sus necesidades.
El proceso de hominización se produce a medida que van teniendo lugar las sucesivas modificaciones y transformaciones de los individuos. Paralelamente, se vinieron produciendo otra serie de transformaciones, desde el punto de vista de la especie, que constituyen el denominado proceso de humanización.
Ambos procesos presentan una influencia recíproca, son como las dos caras de un mismo y único proceso evolutivo; solamente son separables metodológicamente con el fin de proceder a un mejor análisis del fenómeno.
Hemos de tener en cuenta, sin embargo, que mientras que el proceso de hominización presenta un carácter orgánico-biológicoy, por tanto, los cambios se van incorporando al patrimonio genético de la especie humana, el proceso de humanización presenta un carácter supraorgánico-transbiológico y, por tanto, los cambios van constituyendo el patrimonio cultural de la humanidad.
Así, la naturaleza del ser humano no se limita a su constitución biológica, la cual tiene en común con los otros seres vivos, sino que trasciende a ésta y se abre al mundo cultural. Tanto es así que la capacidad de crear cultura será el rasgo que más identificará al ser humano.
A diferencia del proceso de hominización, que incide directamente en la anatomía, el proceso de humanización incide directamente en la conducta.
Con la aparición del ser humano sobre la Tierra cambia el sentido de la evolución, es decir, en adelante la evolución se producirá en el grupo social humano.
1. Rasgos característicos del ser humano.
En la actualidad se puede establecer una secuencia de los cambios evolutivos favorecidos por el proceso de selección natural que llevaron al homínido hasta el ser humano, aunque muchos detalles, algunos de especial relevancia, permanezcan aún poco claros y sean objeto de investigación y de controversia.
Se señalan como característicos del proceso de hominización los siguientes rasgos:
*El bipedismo. El ser humano es el único vertebrado que camina, de forma habitual, sobre las extremidades inferiores, con la columna vertebral erguida.
*La cerebración. El ser humano cuenta con un cerebro muy desarrollado y complejo del que dependen casi todas las actividades de su organismo y que le dota especialmente para el aprendizaje mediante selección e integración de estímulos.
Además de los rasgos anatómicos mencionados, son distintivos del ser humano los siguientes que afectan a su comportamiento.
*El lenguaje articulado. El ser humano es el único animal que ha desarrollado una comunicación simbólica.
*La organización social. Es el resultado de una actividad de cooperación dentro del grupo, que permite un reparto de funciones.
*la fabricación de instrumentos. Atiende al apremio por satisfacer las necesidades vitales como la defensa y la alimentación.
*La prolongación del período de aprendizaje. El ser humano es el animal que más ha alargado la dependencia del niño y de la niña con respecto a sus progenitores.
Todos estos rasgos son los responsables de la conformación de lo que se denomina naturaleza humana, es decir, aquello que se considera propio del ser humano y que, por pertenecerle en exclusiva, lo diferencia del resto de los seres vivos; y, además, por la interrelación que presentan, con los que ha hecho posible el surgimiento de la actividad cultural humana como nueva y definitiva manera de ser y de existir propia del ser humano.
Solamente la aparición de la cultura asegura la culminación y separación del ser humano del resto de los seres vivos como especie. La cultura se manifiesta así como la verdadera responsable de la diferenciación del ser humano.
Paralelamente al proceso evolutivo de hominización que explica el surgimiento del ser humano como especie, se manifiesta el proceso de humanización que explica el surgimiento y desarrollo de la cultura en el ser humano, que aunque prefigurada, de alguna forma, en los animales superiores, culmina en el ser humano.
Este resultado final del proceso supone, sobre todo, un cambio en los patrones de conducta: del aprendizaje por imitación se pasa a la transmisión de información; y de la conducta instintiva, a la aprendida. Puede decirse, pues, que se ha producido un salto cualitativo, más que cuantitativo, frente a las conductas de los animales.
2. Descripción del proceso de humanización.
El hilo conductor que entreteje todo el proceso analizado anteriormente es la actividad de cooperación que, a medida que se consolidaba, incidía en una mayor relación de dependencia entre los individuos del grupo, incluso fisiológica, tal y como se pone de manifiesto, por ejemplo, en la neotenia o juvenilizacion de la especie. La inmadurez biológica que presenta el ser humano lo hace más dependiente del medio social para su desarrollo, de tal manera que la cultura del grupo substituye a la dependencia genética de los animales.
Lo social pasa, así, a ser condición de posibilidad para el desarrollo del individuo humano, que deja de ser viable como tal si no vive junto a otros semejantes. El manejo y la fabricación de útiles contribuye al desarrollo de las aptitudes del individuo.
La actividad social permite al grupo humano distanciarse del medio y dominarlo progresivamente: el ser humano ha adaptado a sus necesidades todos los espacios geográficos del planeta Tierra y piensa, incluso, en espacios interplanetarios. Este progreso fue posible por la comunicación oral que se elevó a la categoría de lenguaje articulado, que permite no sólo la transmisión de lo que hace, sino, sobre todo, su interiorización, es decir, hacer brotar el pensamiento.
Paralelamente, el adiestramiento y la educación, como transmisores de las nuevas experiencias, adquieren gran importancia. Con todo, el lenguaje se convierte en la segunda condición de posibilidad de vida para el ser humano, inmediatamente después de su condición social. Por eso se dice que el mundo humano es simbólico, se desarrolla mediante el uso del lenguaje.
Por último, este entramado de relaciones entre individuos trae consigo la organización de unas formas de vida propias en el grupo social humano, regidas por una serie de operaciones, en cierto modo fijas, y por una serie de normas a partir de las cuales se configuran los comportamientos que rigen la convivencia del grupo. De este modo, la vida social acaba por manifestarse con toda su plenitud.
( AA. VV. Dianoia. Filosofía. Editorial Vicens- Vives. Barcelona. 1998.)
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