25 feb 2016

Los adolescentes hoy: ¿Que piensan y que sienten?






“ME VOY A COMPRAR ZAPATILLAS DE MARCA”

La sociedad y la economía moderna están organizadas alrededor de una verdadera fiebre de consumo. Las compras ya no se basan en una satisfacción racional de las necesidades vitales, sino en los reclamos de la moda y de la publicidad.
Esta necesidad de consumo no abarca solo los alimentos, la bebida, la ropa, sino que se ha extendido a los sonidos, las imágenes, las sensaciones corporales más variadas: los medios de comunicación han fomentado una verdadera “adicción” a comprar y consumir. Se trata de una verdadera imposición irresistible, disfrazada de la seducción atractiva de la televisión y de la Internet.
Los jóvenes son el segmento privilegiado de esta estrategia comercial invasiva, porque se han convertido en el sector dinámicamente más consumista de la población.
Detrás de esta “enfermedad de consumo” se esconden carencias afectivas y sociales que son esquivadas con esta adicción consumista. El momentáneo placer de la compra o del consumo no puede aminorar la profunda angustia que viven muchos jóvenes y que atrae a conductas de riesgo social y personal.
Las necesidades sociales básicas de las personas deben ser satisfechas a través de la interacción con otros. Entre estas necesidades se encuentra el afecto, la aprobación, la pertenencia, la identidad y la seguridad. Una parte importante de los jóvenes no encuentra en los adultos y las instituciones el apoyo afectivo y social que necesitan.

“ME SIENTO MAL Y NO SÉ DE QUE”

Los adolescentes, como el conjunto de la población, viven una época caracterizada por la desilusión frente a instituciones y valores que en otro tiempo podían dar una seguridad.
Las frustradas esperanzas de progreso social y económico, la desilusión ante los aspectos negativos de la ciencia y de la técnica, la incertidumbre frente al “todo vale” del individualismo y de la competencia que predominan en la sociedad de hoy, aumentan el grado de desasosiego y malestar que acompaña los cambios de la etapa adolescente.
La “brecha” generacional entre los jóvenes y adultos se ha profundizado por el afianzamiento de las características de la subcultura juvenil por un lado, y por la nueva “brecha electrónica”, creada por la informática, la computación y la Internet.
Los nuevos medios de comunicación, producen una excitación y encantamiento pasajeros, acordes con la naturaleza acelerada y apasionada de la edad adolescente.

“GANAR DINERO O HACER LO QUE ME GUSTA”

Los cambios tecnológicos modificaron profundamente el campo del trabajo, especialmente en las profesiones más abiertas a estas transformaciones. Sin embargo, muchos jóvenes tienen todavía la tendencia a elegir carreras tradicionales “para sobrevivir”.
Perciben, con gran riesgo de error, que el éxito laboral va asociado a algunas profesiones que conservan cierto prestigio social.
Frente a las presiones de la familia y de su medio cultural, los jóvenes también sienten una necesidad imperiosa de independencia laboral, la influencia de las carreras de moda o el peso de las elecciones realizadas por sus amigos.
A esta confusión, que viene desde el exterior, se suma la confusión que proviene de su mundo interior, donde los procesos de identificación vocacional con figuras significativas se hace lento y difícil, dadas las características del proceso de logro de la identidad en la adolescencia.
Consecuentemente, para muchos jóvenes, la elección de una profesión y de un trabajo no es concebida como aporte a la transformación de la sociedad, sino como un ámbito de realización personal. Sin embargo, aún más importante es el ámbito de la propia libertad, que el joven no está dispuesto a sacrificar en el marco de un esfuerzo laboral devaluado por las fuerzas dominantes del mercado.

“ME SIENTO SOLO, NO TENGO A NADIE”

La situación de los jóvenes en estos días, está caracterizada por la disolución de los lazos sociales que en otros tiempos los contenían.
La familia es hoy mucho más inestable, los matrimonios duran menos, los padres “contienen” menos a sus hijos, están menos alerta a situaciones de riesgo que sus hijos viven fuera del hogar, o se sienten impotentes frente a los cambios culturales que se han ido acumulando.
El trabajo, que podría tener un valor de promoción y autorrealización, se convierte en muy problemático para los jóvenes. Son ellos los que están más expuestos al deséemelo, al empleo precario y a muchas otras condiciones desfavorables.
La educación que podría justificarse a los ojos de los jóvenes como “una inversión para el futuro”, está hoy bastante alejada de los intereses e inquietudes de los adolescentes. Comparten con el resto de la sociedad, la desvalorización del rol docente y los jóvenes encuentran dificultades para ser comprendidos por sus educadores.
También el ámbito de la política, aparece lejano: con el resto de la sociedad, los jóvenes están desencantados de los políticos y de la política. Todo esto hace disminuir el empuje de su compromiso social. No encuentran en los partidos un ámbito que los necesite y los represente.

“QUIERO QUE LOS ADULTOS SEAN COMO AMIGOS, EN QUIENES PUEDA CONFIAR”

Los jóvenes se preguntan: ¿por qué las relaciones entre adultos y adolescentes son tan difíciles?
La mayoría de los jóvenes sienten que pueden contar con algún tipo de apoyo afectivo y social por parte de sus padres.
En primer lugar es percibida la madre, como la que más se preocupa, apoya y alienta a los hijos. También son consideradas confiables en cuanto a la posibilidad de contarle secretos.
El rol paterno se percibe más desdibujado. Esta mayor lejanía del vínculo con le padre es percibida incluso por las chicas, que se sienten más apoyadas, en general, por ambos padres.
Esta situación, supone la necesidad de estimular la comunicación paterno- filiar y la importancia de la colaboración de los padres con la escuela. Al mismo tiempo, esto señala la mayor situación de riesgo para los varones, que con mayor frecuencia carecen del apoyo de los padres. La búsqueda de este apoyo en los amigos, que favorece la sana separación de los padres que debe lograrse en esta edad, no siempre garantiza localidad de un apoyo, que solamente podría provenir de una persona adulta y especialmente si es el padre o la madre.
En cuanto a los docentes, se percibe una variedad de situaciones, en algunos casos son vistos como fuente de apoyo, consejo y estímulo, mientras que en otros se los considera con una menor posibilidad de apoyo y ayuda. Sin embargo, dado el carácter de la escuela como transmisora de conocimientos, se sigue reconociendo la validez de algún tipo de ayuda informativa que pueda venir de la escuela y de los docentes.

“TODO ES MUY COMPLICADO, YO SOY MUY COMPLICADO”

Contrariamente a lo que podría suponerse, ser joven es abrirse a los ideales. Entre estos se destacan la felicidad, la belleza, la amistad.
Sin embargo, los jóvenes perciben que las adicciones y el SIDA son barreras que se interponen y que no son fáciles de sortear. Las experiencias placenteras van asociadas a riesgos reales, que perturban e incluso ponen en riesgo la vida de los adolescentes.
Por otra parte, nuestra época se caracteriza por una fuerte promoción y consumo del erotismo y de todo tipo de experiencias sexuales. Si bien las experiencias sexuales “golpean” a personas a cualquier edad, su impacto en los adolescentes no deja de ser mayor.
El lema del marketing televisivo y de la Internet podría resumirse en:”todo debe supeditarse al sexo”, que se ha convertido en el “gancho” vendedor de la mayor parte de los programas. Es sabido, también, que la parte económica más lucrativa de la Internet es precisamente la dedicada a la pornografía.
A pesar de este “bombardeo” informativo, los jóvenes tienen una idea muy vaga de lo que es la sexualidad y la vinculan al acto sexual. Varones y chicas tienen un conocimiento totalmente insuficiente de los órganos sexuales del otro sexo.
Tampoco son capaces de descubrir un modelo personal para ser hombres o mujeres que incluyan en forma integral la sexualidad y la afectividad. Les es difícil relacionar amor, enamoramiento y sexualidad.
Sienten necesidad de hablar de estos temas en la familia y en la escuela, pero no siempre consiguen realizarlo.

“CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR”

Los adolescentes tienen como metas elegir un trabajo, un amor, un estilo de vida.
Necesitan lograr una independencia sana y para ello deben separarse de sus iniciales objetos de amor infantil. Con cierta claridad perciben que su personalidad se construye desde adentro, en una tarea propia irrenunciable y desde afuera. El grado de apoyo que encuentren en ese afuera, en primer lugar, los padres, luego los amigos, los docentes, la sociedad, va a ser un indicador válido del logro de este proceso de identificación y autonomía, tan prolongado y complicado en la sociedad post-moderna.
De esta manera, los adultos se encuentran frente a los jóvenes en una situación muy difícil y también apasionante. No se trata de que el adolescente siga los mismos pasos que los adultos de su entorno sino que pueda vivenciar que hay caminos que él puede recorrer y que hay elecciones que tendrá que tomar. Por eso es importante desprenderse de los propios planteos y abrirse a un diálogo sincero y si es posible cordial, con el hijo. Es también lo que él necesita y espera.
Por Lic. Edith Beatriz Burgos y Lic. Martín Avanzo

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