Universidad Monte
Ávila
Cátedra de
Filosofía Seminario: Sobre Fe y Razón
Profesor: Doctor:
Rafael María de Balbín
Autor: Pedro R
García
UNA APROXIMACIÓN A
LA FE Y LA RAZÓN DESDE LA DIMENSIÓN DEL HUMANISMO CRISTIANO
El rechazo de
Cristo y, particularmente, de su misterio pascual de la cruz y de La
Resurrección apareció en el horizonte
europeo a caballo de los siglos XVII y XVIII, especialmente en el periodo de La
Ilustración.
Primero la francesa,
luego la inglesa y la alemana en sus diversas manifestaciones, la ilustración
se oponía a lo que en Europa había llegado a ser por obra de la evangelización.
Se puede comparar a sus representantes con los oyentes de Pablo en el Areópago.
En su mayoría no rechazaban la existencia del “Dios desconocido” como un ser
espiritual y trascendente en que “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch
17,28). Pero los ilustrados radicales, más de quince siglos después del
discurso en el Areópago, rechazaban la verdad de Cristo, hijo de Dios, que se ha dado a conocer haciéndose hombre , naciendo de La Virgen de
Belén, anunciando La Buena Nueva y, al final, entregando la vida por los
pecados de todos los hombres. El pensamiento ilustrado europeo quiso
desembarazarse de este Dios - hombre, muerto y resucitado, e hizo todo lo
posible por excluirlo de la historia del continente. Bastantes pensadores y políticos actuales permanecen obstinadamente
fieles a esta aspiración. (Juan Pablo II, Memoria e identidad, n.16).
Acotación
necesaria
El término
“Humanismo” fue usado por vez primera en el idioma alemán(Humanismos), por el
maestro y educador bávaro F.J. Niethammer, en su obra DER STREIT DES
PHILANTROPISMUS UND HUMANISMUS INDER THEORIE DES ERZIEHUNGSUNTERRICHTS UNSERER
ZEIT(1808) (1).
En el capitulo
III-24, Intellego Ut. Credan, caminando en busca de la verdad expresa Juan
Pablo II “Existe, pues, un
camino que el hombre, si quiere puede recorrer, inicia con la capacidad de la razón
de elevarse por encima de lo contingente para ir hacia lo infinito”(2) y
fue lo que intento con éxito al reproponer al mundo moderno, los valores cristianos debidamente
actualizados, que se le llamo humanismo cristiano, su gran iniciador el francés
Jacques Maritain.
La interpretación
del cristianismo en clave humanista se desarrolla en la primera mitad de
este siglo, como parte de un vasto proceso-que comienza en el siglo pasado y continúa hasta nuestros día de revelión de las
Doctrinas Cristianas a fin de adaptarlas al mundo moderno; un mundo con respecto
al cual La Iglesia Católica había adoptado durante siglos a partir de La
Contrarreforma, una postura de abierto rechazo. A partir del Renacimiento, la
autoridad espiritual de La Iglesia, que por mil años había sido la depositaria
de la visión Cristiana de Occidente, fue declinando cada vez más en una
sucesión de eventos epocales: la cultura del humanismo, le da un vuelco a la imagen
que el Cristianismo Medieval había construido del hombre, la naturaleza y la
historia; luego La Reforma Protestante divide a los cristianos de Europa; en el
seiscientos y sobre todo en el setecientos, las filosofías racionalistas, que
se difundieron entre las clases cultas, ponen en discusión la esencia misma del
Cristianismo.
En el ochocientos,
las ideologías liberales y socialistas de aparente trasfondo científico que se
desarrollaron paralelamente a la expansión de La Revolución Industrial,
lideraron el rol de guía en la organización de la sociedad y en la definición
de sus fines e ideales, que hasta esa época había desempeñado la religión,
reduciéndola a un rol marginal.
Finalmente en el siglo
XX, la rápida difusión del Ateísmo, se transformo con celeridad en un fenómeno
de masas, resintiendo la sobrevivencia misma de La Iglesia como Institución. Para
no dejarse arrollar, La Iglesia se vio obligada a despojarse progresivamente de
la visión del mundo que había heredado del Medioevo y la defensa del orden
social ligado a ella.
Este proceso de
apertura y modernización enfrentó serias resistencias, marchas, contramarchas y
difíciles replanteos. En el tortuoso acercamiento de La Iglesia al mundo
moderno, la encíclica Rerum Novarum de León XIII de 1891, constituye un hito
fundamental. Con esta encíclica La Iglesia se doto de una doctrina social para contraponerla
al liberalismo y al socialismo.
En dura y firme
polémica con este último, reafirma el derecho a la propiedad privada, pero
atenuándolo con un sentido llamado a la solidaridad entre clases en busca del
bien común y a la impostergable responsabilidad recíproca entre individuo y comunidad.
Contra el liberalismo por su incapacidad para entender el sufrimiento, las
emociones y los deseos de los seres humanos; La Iglesia así invitaba al Estado
y a los sectores dominantes a ayudar a los grupos sociales más débiles.
Después de la
tragedia que significó la primera guerra mundial, se gestó un clima general de
desilusión frente a las optimistas ideas de progreso, sostenidas por el
socialismo y el liberalismo, La Iglesia asumió decididamente el contraataque, y
lo hizo tanto en el plano político,(autorizando sin complejos la formación de
partidos de masas de inspiración cristiana), como en el doctrinario,
proponiéndose como portadora de una visión, una fe y una moral capaces de dar
respuesta a las necesidades más profundas del hombre de esa época.
Es así como
Jacques Maritain, quien había sido primero alumno de Bergson y después se había
adherido al socialismo revolucionario, insatisfecho con esa visión filosófica,
en 1906 se convirtió al catolicismo.
Fue uno de los más
destacados del llamado “Neotomismo”, es decir, de aquella corriente de
pensamiento católico moderno que se remite directamente a Santo Tomás de Aquino
y, a través de él, a Aristóteles, cuya filosofía Santo Tomás había tratado de
ajustar con los dogmas cristianos. En este punto cabe recordar que ya en el
siglo pasado, otra encíclica de León XIII, Aeterni Patris de 1879, había
afirmado que la filosofía de Santo Tomás, era la que mejor se adaptaba a la
visión cristiana. Maritain, con
posición que se confronta radicalmente a la tendencia más general del
pensamiento moderno, da un salto atrás, sobrevolando el Renacimiento y
reconectándose con el pensamiento medieval.
Y hace esto porque es precisamente
en el Humanismo renacentista donde descubre los gérmenes que han llevado a la
crisis y al resquebramiento de la sociedad moderna, de los cuales el Nazismo y
el Estalinismo son las más emblemáticas expresiones. Con esto Maritain no
pretende explícita mente revalorizar el Medioevo y la visión cristiana ligada a
aquel periodo; su objetivo es restablecer-luego de la traumática experiencia del
Medioevo, el curso de la evolución histórica del Cristianismo que, según su
visión, ha sido interrumpido y
obstaculizado por el pensamiento moderno, laico y secular. En su libro
Humanismo Integral, disecciona la evolución del pensamiento moderno, desde la
crisis de La Cristiandad medieval al individualismo burgués del siglo XIX y al
totalitarismo del siglo XX. En esta evolución Maritain ve la tragedia del
Humanismo antropocéntrico como él lo llama, que se desarrolla a partir del
Renacimiento.
Este Humanismo,
que ha llevado a una progresiva descristianización de Occidente es, según Maritain,
una metafísica de la “Libertad sin la gracia”. Con el Renacimiento, el hombre
comienza a ver su propio destino y su propia libertad desligados de los
vínculos de la “Gracia” es decir, del plano divino. Para el hombre, la libertad
es un privilegio que él pretende realizar
por sí solo. Dice Maritain: “A él solo le compete crear su propio
destino, a él solo le corresponde intervenir como un Dios, mediante un saber
dominador que absorbe en sí mismo y que supera toda necesidad, en la conducta
de su propia vida y en el funcionamiento de la gran máquina del universo abandonada
a merced del determinismo geométrico”. (4)
Así, el hombre
moderno que surge en el Renacimiento, lleva consigo el pecado de la soberbia.
Quiere prescindir de Dios y se construye un saber científico de la naturaleza
que, a partir de Descartes, es considerada como una gran máquina para ser
estudiada more geométrico, según leyes de la geometría. Pero una concepción tal
de la naturaleza sólo puede llevar a una escisión entre el hombre y el mundo, y
a un determinismo mecanicista que arremete al hombre mismo. En efecto, en
medida que la razón substituye a Dios y el saber científico se infatúa, la
crisis interna del hombre se hace más profunda.
He aquí las etapas
de esta decadencia progresiva del hombre moderno que, como Prometeo se rebela
ante Dios y, como Fausto, está dispuesto a todo con tal de arrebatar los
secretos de la naturaleza: “Con respecto al hombre, se puede notar que durante
el primer periodo de la época moderna, ante todo con Descartes y después con
Rousseau y Kant, el racionalismo había construido del hombre una imagen
soberbia e indestructible, celosa de su inmanencia y autonomía y, finalmente
buena por su esencia. En nombre mismo de
los derechos y de la autonomía de esta personalidad, la polémica racionalista
había condenado toda intervención externa en este universo perfecto y sagrado.
Ya fuera que tal intervención proviniese de La
Revelación y de La Gracia, o de una tradición de humana sabiduría, o de la
autoridad de una ley de la cual el hombre no fuese autor, o de un bien soberano
que solicitase su
voluntad, o finalmente de una realidad objetiva que midiese y regulase
su inteligencia .(5) Pero esta soberbia
de la razón que primero eliminó todos los valores tradicionales y trascendentales
y luego, con el idealismo, absorbió en situada realidad objetiva-generando ella
misma su propia destrucción.
Primero Darwin y después Freud asestaron los
golpes mortales a la visión optimista y progresista del humanismo
antropocéntrico. Con Darwin el hombre descubre que no existe discontinuidad
biológica entre él y el mono. Con Freud, el
hombre descubre que sus motivaciones más profundas están dictadas en realidad
por la libido sexual y el instinto de muerte “Acheronta Movebo”, moveré el
infierno, había dicho Freud, y con él la soberbia de la razón se hunde en el
lodo de los instintos. Al final de este proceso dialéctico destructivo, se
abrieron las puertas a los totalitarismos modernos, el fascismo y el
estalinismo. Concluye Maritain: “Después
de todas las disociaciones y los dualismos dela época humanista
antropocéntrica… asistimos a una dispersión y una descomposición definitivas.
Lo que no impide al ser humano reivindicar más que nunca la propia soberanía,
pero ya no más para la persona individual.
Esta ya no se sabe dónde
está y se ve solo disociada y descompuesta. Está ya madura para abdicar…a favor
del hombre colectivo, de aquella figura histórica de la humanidad de la cual
Hegel ha hecho una teología y que para él, consistía en el Estado con su
perfecta estructura jurídica y con Marx consistirá en la sociedad comunista con
su dinamismo inmanente. (6)
Al humanismo
antropocéntrico así descrito, Maritain contrapone un Humanismo Cristiano, que
define como integral o geocéntrico. He aquí como lo expresa: “llegamos de este
modo a distinguir dos tipos de humanismo: un humanismo teocéntrico, o
verdaderamente cristiano, y un humanismo antropocéntrico del cual son
responsables el espíritu del Renacimiento y el de La Reforma… El primer tipo de
humanismo reconoce que Dios es el centro del hombre, implica el concepto
cristiano del hombre pecador y redimido, y el concepto de gracia y libertad y
libertad… El segundo cree que el hombre es el centro del hombre y, por ende de todas
las cosas, e implica un concepto naturalista del hombre y la libertad.
Si este concepto
es falso, se entiende por qué el humanismo antropocéntrico merece el nombre de
humanismo inhumano y su dialéctica debe ser considerada la tragedia del
humanismo. (7)
La base sobre la que se apoya el humanismo
teocéntrico es una concepción del hombre “como dotado de razón, cuya suprema
dignidad consiste en la inteligencia;… como libre individuo en relación
personal con Dios, cuya suprema virtud consiste en obedecer voluntariamente la
ley de Dios;…como criatura pecadora y herida, llamada a la vida divina y a la
liberación aportada por la gracia, cuya suprema perfección consiste en el amor
“. (8)
Aquí vemos que la
concepción de Maritain tiene del hombre la sentencia de Aristóteles (“El hombre
es un animal racional”), interpretada en clave cristiana por Santo Tomás. El
hombre no es pura naturaleza ni pura razón: su esencia se define en su relación
con Dios y con su gracia. El hombre así entendido es una persona. (9)
Maritain distingue
en la persona humana dos tipos de aspiraciones, las connaturales y las
transnaturales. Mediante las primeras, el hombre tiende a realizar ciertas
cualidades específicas que hacen de él un individuo particular. El hombre tiene
derecho a ver colmadas sus aspiraciones connaturales, pero la realización de
las mismas no lo deja completamente satisfecho porque existen en él también las
aspiraciones transnaturales quel o impulsan a superar los límites de su
condición humana. Estas aspiraciones derivan de un elemento trascendente en el
hombre y no tienen derecho a ser satisfechas. Si lo son en algún modo, tal cosa
sucederá por la gracia divina. (10)
Al humanismo
teocéntrico así entendido, Maritain le confía la tarea de reconstruir una
“Nueva cristiandad”, que sepa reconducir la sociedad profana a los valores y al
espíritu del Evangelio. Pero esta renovada civilización cristiana deberá evitar
repetir los errores del Medioevo, y en particular la pretensión de someter al
poder político al poder religioso. Tendrá, en cambio que preocuparse por
integrar los dos tipos de aspiraciones humanas y amalgamar las actividades
profanas con el aspecto s espiritual de
la existencia. La interpretación cristiana que Maritain dio del humanismo fue
acogida en forma entusiasta en algunos sectores de La Iglesia y numerosos
grupos laicos. Inspiró un sin fin de movimientos católicos, comprometidos con
la acción social y la vida política, por lo que resultó ser un antídoto
ideológico eficaz, sobre todo contra el marxismo. Pero esta interpretación
recibió también críticas demoledoras de ámbitos filosóficos no confesionales.
En primer lugar,
se observó que la tendencia racionalista que aparece en la filosofía pos renacentista
y que Maritain denuncia en Descartes, Kant y Hegel, se remonta precisamente al
pensamiento de Santo Tomás. Es esta tendencia que llevará a la crisis y a la
derrota de la razón y que no es producto del humanismo renacentista, sino más
bien del Tomismo y La Escolástica tardía: la filosofía cartesiana que se
encuentra a la base del pensamiento moderno, en su racionalismo se conecta
mucho más con Santo Tomás que con el neoplatonismo y el hermetismo místico del
Renacimiento.
Correspondería
buscar las raíces dela “Soberbia de la razón”, de la filosofía moderna en la
pretensión del Tomismo, de construir una teología intelectualista y abstracta.
Según estas críticas, Maritain cumplió con una obra colosal de mistificación y
de camuflaje, casi un juego de prestidigitación filosófica, atribuyendo al Renacimiento
una responsabilidad histórica que, por el contrario, compete al pensamiento
medieval.
En segundo lugar,
la crisis de los valores y el vacío existencial al cual ha llegado el
pensamiento europeo con Darwin, Nietzsche y Freud, no es una consecuencia del
humanismo renacentista, sino por el contrario deriva de la persistencia de las
concepciones cristianas medievales, dentro de la sociedad moderna. La tendencia
al dualismo y al dogmatismo, el sentimiento de culpa, el rechazo del cuerpo y
el sexo, el trato discriminatorio de la mujer, el miedo a la muerte y al
infierno, son todos residuos del cristianismo medieval, que aun después del
Renacimiento han influido marcadamente en el pensamiento occidental. Aquellos
determinaron con La Reforma y La Contrarreforma, el ámbito sociocultural en el
cual el pensamiento moderno se ha desarrollado. La esquizofrenia del mundo
actual en la que Maritain insiste, derivo según los críticos, de la
coexistencia de valores humanos y antihumanos. La “Dialéctica destructiva” de
Occidente, se explica como un intento doloroso y frustrado por liberarse de
valores en pugna. El humanismo tiene el cautivante mérito de ser no solo
historia sino también proyecto de un hombre.
BIBLIOGRAFIA
1. FERRATER MORA,
J. “Humanismo”. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.
2. JUAN PABLO II –
Fides e Ratio. Carta Encíclica de SS a los Obispos de La Iglesia Católica sobre
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3. DE Aquino,
Tomás. Compendio de Teología. Ediciones Folio S.A.2002. Barcelona.
4. MARITAIN J.
Humanismo Integral, Problemas Temporales y Espirituales. De una Novela
Chrétienite, Paris 1.936.
5. Ibíd., páginas.
81 -826. Ibíd., pág. 837. Ibíd., pág. 818. MARITAIN, J. La educación a la
Croisée de Chemis. Paris 1.947.
9. Atlas Universal
de Filosofía. El estoicismo tardío la utilizó para designar al individuo humano
en cuanto interprete, en el drama del mundo de un “rol” personaje que el
destino le ha asignado. Páginas. 663,671.Edición Lengua Española-Editorial
Océano-Barcelona.
10. MARITAIN, J.
De Bergson a Thomas de Aquino. Ensayo de Metafísica y Moral. NEW Cork.1.944.
Traducción al Italiano de R. Bartoli. Milán 1.947. pgpgarcia5@gmail.com
BIBLIOGRAFIA GENERAL
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M. Raíces del Humanismo Cristiano. Curso trimestral, 2005. Universidad
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2 BELLO, P. Lo
Humano. Ensayo sobre Personalismo Cristiano Edición publicaciones UCAB 2005.
3 DE LOS RIOS, F.
Humanismo Socialista. El Sentido Humanista Del Socialismo 1.926.
4 GARCIA BACCA, J.
Humanismo teórico, práctico y positivo. Según Marx. 1.965 reimp.1975.
5. FRANKL,V.
Psicoterapia y Humanismo. Fondo de Cultura Económica, México 1.982
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