NICOLÁS Maquiavelo era un florentino quince
años más joven que Savonarola, de modo que pudo ver su trayectoria, magnífica
primero, hasta ser el personaje principal de Florencia, y su estrepitosa caída
más tarde.
La singular carrera del predicador impresionó
profundamente a Maquiavelo, que extrajo de la vida de aquél dos enseñanzas: 1, que no hay que ser más papista que el Papa, y 2, que no sirve de nada tener pasta de
líder si no se cuenta al mismo tiempo con el apoyo de las armas.
¡Es tan cambiante el ánimo de las masas! “La
chusma e mobile cual piuma al vento.” Sólo las armas ponen a cubierto de esa
“movilidad” temperamental de las muchedumbres.
La vida de Maquiavelo fue relativamente
agitada a partir de los veintinueve años, en que ganó en concurso público un
importante cargo administrativo en el Consejo de Florencia, con un sueldo de
200 florines, menos el 20 para la Caja de Previsión, el 15% para el fondo de
Desahucio, el 10% de impuesto a la renta, el 8 % para la construcción de
escuelas, el 5 % para reconstruir las ciudades asoladas por erupciones
volcánicas y el 4 % para alguna finalidad que nunca pudo determinar con
claridad. En varias ocasiones pidió que se quedaran con el sueldo líquido y le
dieran a él los descuentos, pero sus solicitudes todavía están en trámite.
Maquiavelo era astuto y ambicioso. Deseaba
hacer fortuna y, con este fin, primero le hizo empeño al gordo de la lotería,
pero después de cinco años, en que sólo tres veces sacó terminación, intentó
otro método: hizo cuanto pudo por ganar‐se la simpatía de los Médicis y de los Borgia, pero en esto tampoco tuvo mucha suerte. Los
Borgia y los Médicis lo encontraban picante y medio pelo, así es que siempre lo
trataron con frialdad. Tentando a la fortuna por otro flanco, Maquiavelo pidió
a don Ludovico Corsini, hombre rico y linajudo, la mano de su hija Marietta,
una muchacha bien dotada1. El señor Corsini accedió a la solicitud de Nicolás
cuando éste aún no terminaba de hablar, de modo que, antes de que tuviera tiempo
de pensarlo dos veces, se encontró casado con la opulenta Marietta, la que abrió una cuenta corriente
bancaria a nombre de Maquiavelo, el que la usó de inmediatopara comprarse un traje, pues, si
bien es cierto que entonces se usaba la ropa brillante y con flecos, era mal
visto que el brillo se concentrara en los codos y asentaderas, y que los flecos
abundaran tanto como en una colcha. Además, Maquia‐velo compró dos hermosas camitas
gemelas, una de las cuales colocó junto a la ventana del dormitorio, y la otra
en una habitación del cuarto piso, que eligió para habitar él.
Poco después de casarse, Maquiavelo debió
viajar, enviado por el Consejo de Florencia, a entrevistarse con el cardenal
César Borgia, el cual causó honda impresión en el florentino, a causa de su
poderosa personalidad y de su extraordinario éxito, logrado gracias a
sus numerosas habilidades y talentos —tales como la habilidad
para manejar el puñal y el talento para dosificar el arsénico—, junto a una
cualidad debida al azar, como el hecho de ser hijo del Papa.
De la comparación de Savonarola y César Borgia
habría de surgir en la mente de Maquiavelo la fórmula para triunfar en
política, que expondría tiempo después en “El príncipe” “Todos los profetas
armados han sido vencedores y los desarmados abatidos”.
En 1512 se produjeron en Florencia cambios políticos, a causa de los cuales Maquiavelo fue desterrado por un año.
Cuando le avisaron que debía hacerse humo, Nicolás explicó a su mujer que no
podía llevarla con él, debido a los peligros que debería enfrentar, y se limitó
a aceptarle una bolsita con florines y otra con pastelillos, para recordarla
por el camino, en el que abandonó los pastelillos para que tuvieran un festín
las aves del bosque. Desde entonces no hay gorriones en Florencia.
Tiempo después se vio envuelto en otra intriga
política, y fue encarcelado. Después de esta experiencia, y decidido a no ver
más el sol a cuadritos, se alejó de la política y en un retiro campestre
escribió su obra cumbre, “El príncipe”. Aunque lo escribió por matar el tedio,
ya que la conversación de los aldeanos del lugar lo aburría soberanamente,
decidió sacar algún provecho del libro, y, con este fin, estampó en su primera página la siguiente
dedicatoria:
DECÁLOGO MAQUIAVÉLICO
1. Mantener un ejército poderoso.
2. Aprovecharse de los débiles.
3. Dividir para reinar.
4. Eliminar sin asco a los posibles rivales.
5. Controlar la distribución de noticias.
6. Emplear hábilmente la propaganda, con el
fin de convencer a los pueblos sometidos de que en realidad son libres.
7. Comprarse las simpatías de la clase
poderosa de cada país sometido.
8. Obtener a cualquier precio el apoyo de las
autoridades eclesiásticas.
9. Presentarse uno mismo como defensor de los
débiles, de la justicia, del derecho, de la libertad, de la cultura y del
progreso.
10. Desprestigiar a los enemigos de uno,
describiéndolos como enemigos de la humanidad, de la libertad y de la cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario